Estando el otro día en clase de Derecho de la Información, discurría la clase sobre los primeros Tratados sobre Libertad y Derechos. Veiamos las grandes diferencias que existen entre el mundo continental y el mundo anglosajón, en lo que se refiere al planteamiento de sus leyes. Unos, los primeros, tienen costumbre de reglamentar todo, no dejar cabos sueltos, enunciar el derecho y emplazar a la Ley correspondiente que lo desarrollará; los otros, disponen el derecho correspondiente y desde ahí interpretan el caso concreto.
Dio lugar esto a una discusión, sobre si unos tienen más libertad que otros, si es mejor un sistema u otro, o si simplemente es tratar lo mismo de forma diferente. Yo, era de los que defendía que es mejor el sistema anglosajón. Porque, desde luego, que existan derechos y libertades es bueno, pero no es igual para todos, no es lo mismo un caso que otro, y esto, con nuestras leyes, sí es así.
Ya en casa, pensando, me di cuenta que estos sistemas jamás tuvieron totalitarismos, pero también tuvieron grandes problemas (racismo, integración de las clases sociales, etc.). Pensando, también me di cuenta de que su capacidad de sacar a la luz grandes escándalos es mayor que la nuestra.
Vi, en definitiva, que a ellos no les hacía falta grandes reglamentos, que a todos les valía la misma ley, dando igual del signo político que sean. El valor democrático de estas sociedades es mayor que el nuestro.
Quizás, por esto, nosotros necesitemos reglamentar todo. Quizás, por esto, cada vez que cambiamos de Gobierno, cambiamos todas las leyes. Quizás, por esto, el valor democrático de nuestra sociedad, sobre todo la española, es a la baja.
Cuando más posibilidades tenemos, en el mejor momento económico (a pesar de la crisis), es cuando peores somos en política. No tenemos identidad como país, pero tampoco tenemos partido con identidad.
¿No creeís, qué esto es el gran problema de nuestra sociedad?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario, seguimos en contacto