martes, 16 de febrero de 2010

La disuasión como arma

Hace unos días un amigo me remitió un escrito sobre la disuasión y las Fuerzas Armadas. En él se venía a decir, más o menos, que muchas veces una acción pequeña pero contundente te evita posibles acciones en contra y su respuesta. Y que para llegar a ese poder de disuadir, cumplir la palabra, hace falta comunicación entre los mandos de las FAS y los Gobiernos.
Me dio que pensar y como siempre intenté buscar las similitudes de este caso particular con lo general de la vida. Por qué, quién no se ha encontrado alguna vez en una situación comprometida por no hacer lo que pensó, por esperar la bondad del otro. Todos.
Pues el texto tenía mucha razón y al igual que los militares a veces hacen acciones pequeñas que pueden parecer desproporcionadas, pero que luego se agradecen cuando evitan un mal mayor, nosotros nos ahorraríamos diversos problemas si fuéramos capaces, en ocasiones, de hacer cosas que en un principio no están bien vistas.
Así cuando uno se queja de alguna situación, y más si está le afecta pero no está en su mano solucionarla, y argumenta que si él (o ella, no se me vayan a cabrear las feministas) pudiera haría tal o cual cosa. Llegado el momento, que es muy normal que llegue, debe hacerlo, porque si no se encontrará con un doble problema él que esa presunta mala situación siga, junto con el resquemor de no cumplir su palabra, y lo que es más importante transmitir a los demás que no has sido capaz de solucionar el problema.
Y es aquí amigos donde reside todo, en la comunicación, vivimos en la Sociedad de la Información, cada dato queda grabado, cada palabra, cada declaración de intenciones, cada vez es más difícil decir "donde dije digo, digo Diego". Por eso cada vez se confía menos en los políticos, por eso, es necesario que la sociedad se adapte a esta nueva Era y sea capaz de evolucionar, comprometerse a ser fiel a la palabra de uno mismo. Seamos capaces de aprovechar este bombardeo de datos para obligar a los demás a ser coherentes consigo mismos, erradiquemos el fariseísmo.

viernes, 12 de febrero de 2010

Correbous sí, corridas no.

Después de un mes sin escribir en este rinconcillo de mi, que también es el vuestro, vuelvo con un tema de bastante actualidad y que a los que no me conocéis, os servirá para haceros con otra parte de mi.
Me confieso taurino, no soy un gran entendido, pero me gustan los toros. Como tal, considero un disparate prohibirlos aquí o en la conchinchina y más si esta prohibición se lleva a cabo como mera artimaña política. Pero antes que esto, entremos en materia, como la mayoría de la gente sabe, en Cataluña ha salido adelante una ILP (Iniciativa Legislativa Popular), es decir un Proyecto de Ley, para prohibir las corridas de toros (por supuestos motivos de tortura animal). A partir de aquí empezemos los análisis, cómo se llega hasta este punto, ciertos grupos Pro- Derechos de los animales con apoyo de cierto sector político (mayoritariamente independentista) recoge firmas para presentar este proyecto de Ley, cuando las ha conseguido se tramita este proyecto y se vota en Pleno para ver si se hará un debate o no, sobre la ILP. Todo esto se ha llevado a cabo hasta el pasado diciembre, tras pasar todos estos filtros, la Ley será debatida proximamente.
Todo esto son los formalismos, ahora les ofrezco la visión que yo tengo del tema y que me he decidido a publicar después de haber leído unos cuantos artículos, recomiendo uno de Vargas-Llosa escrito en El País, donde nos explica que conlleva este precedente, que nos jugamos, ya que si decidimos prohibir los toros tendremos que actuar en consecuencia con muchas otras vejaciones hacia los animales, o ¿sufre menos un pobre cerdo metido en una jaula donde no puede moverse y las patas se le cuelan entre los barrotes?, ¿la masificación de las Granjas no son, entonces, campos de concentración animal?. Debemos por este motivo prohibir este tipo de crías y su asesinato también, ¿no?. Renunciarían muchos de estos activistas a una buena butifarra catalana, no lo creo. Por no hablar de que la raza del toro bravo se extinguiría, solo se cría con este fin, el de la lidia. Y que decir de esos toros que puede ver uno pastando en un gran campo verde, corriendo y durmiendo a la sombra, a mi esto se me asemeja mucho más al paraíso que al infierno y yo creo que es una situación mucho más buena que los pobres cerdos o gallinas.
Que el toro sufre en la plaza no lo duda nadie, pero lo que tampoco puede negar nadie es que ese toro no lucha contra un ser invencible, lucha contra un ser inferior físicamente y al que puede muchas veces. Y que decir tiene que cuando un toro demuestra su bravía no se le mata, ¡se le deja vivir!, como un semental...pobre cerdo que cuando es bueno, bueno, bueno, solo sirve para subir el precio (eso sí que les gusta, a los catalanes digo).
Termino con lo que empezaba, con el titular, Correbous sí, corridas no. Pues no satisfechos con todo esto, los políticos catalanes pensaron que prohibir los toros les separaba más de España y no se dieron cuenta que muchas de sus tradiciones conllevan el uso de astados (algunas veces y todo para ponerles fuego, eso sí que me parece una tortura); pues bien quieren ahora blindarlo que brindarlo, y hacer otra Ley que proteja específicamente estos festejos. Pues bien señores, aquí lo tienen ustedes, pasen y vean, el circo... lo que nos une con España esta mal, lo nuestro ¡no, por favor!. Alguno dirá y qué hacen los partidos no nacionalistas, pues qué van hacer, bajarse los pantalones, como de costumbre, no vaya a ser que nos quedemos sin el trocito de pastel. O por ejemplo, otros dirán que hacen las personas que apoyan los toros, pues callar, no vaya a ser que algún progre con su manual de ciudadano moderno, vaya a decirnos asesinos, habrá que verles a ellos en sus casas), también hay alguno taurino que calla porque le conviene, ya se oye el run run de las maquinas tirando la Monumental de Barcelona, ¡qué negocio!.
En fin, que esperar, nos perseguirá toda la vida, pero es la verdad..."País de charanga y pandereta".