Leía esta mañana a Alfredo Relaño en su columna del AS una reflexión muy interesante sobre todo lo ocurrido este fin de semana en Gijón, o en resumen toda la temporada. Como cualquier acto, salida de tono o mal hacer de un miembro del Real Madrid se suele llevar al extremo y cuando estos mismos actores realizan buenas acciones, se menosprecian, se guardan en lo profundo de un baúl que no interesa abrir, en todo caso esconder.
La llegada de Mourinho al Madrid, ha alimentado más esa imagen de equipo prepotente y capitalicio, muchas veces creada por la prensa. En estas condiciones, los blancos, cuando viajan fuera de su estadio se encuentran con verdaderos ambientes hostiles, que más que ir a jugar un partido de fútbol parece que van a luchar al circo romano, no se puede negar que a veces entre que los futbolistas son hombres fuertes y la gente lo loca que se pone, parece que estás viendo Gladiator.
Pero, a su vez, como en toda película, hay malos (el Madrid) y los hay buenos (el Barça). La antítesis, esa pizca de moralidad que queda en el mundo, los que salvan la decencia del fútbol. Es un equipo de ciudad grande pero no de capital. Compite en Europa, pero no parece que represente a todos los Españoles. Chavales jóvenes, de cantera, no hay grandes millones invertidos. Y además, juegan al fútbol de maravilla. Y yo me pregunto, ¿es esto justo?. Por qué yo, por el hecho de ser madridista, me tengo que sentir mal, como si fuéramos haciendo daño a todos lados; por qué tengo que pensar que lo que dice mi entrenador está mal, o es prepotente si pienso que es cierto. Claro que hay que tener respeto, pero este empieza por no utilizar dobles raseros. No quiero que se tapen las salidas de tono de los miembros del Madrid, pero tampoco quiero que se olvide nadie, que el Madrid no quiere herir, que el Madrid es grande por todo, incluido su señorío, nunca vi salir a ningún jugador ovacionado, ni mucho menos al equipo entero del Camp Nou, cosa que si he visto en el Bernabeu, como verdaderos héroes. Si el mejor fútbol del mundo, el inglés, lo hace, como no copiarlo. Se copia lo bueno no lo malo.
No hay magia, no hay truco, como siempre, está en cada uno verlo o no, solo pido que sepamos discernir entre lo visible y lo invisible. Entre aquello que existe y vemos y aquello que se queda dentro del baúl, pero que también existe.
La llegada de Mourinho al Madrid, ha alimentado más esa imagen de equipo prepotente y capitalicio, muchas veces creada por la prensa. En estas condiciones, los blancos, cuando viajan fuera de su estadio se encuentran con verdaderos ambientes hostiles, que más que ir a jugar un partido de fútbol parece que van a luchar al circo romano, no se puede negar que a veces entre que los futbolistas son hombres fuertes y la gente lo loca que se pone, parece que estás viendo Gladiator.
Pero, a su vez, como en toda película, hay malos (el Madrid) y los hay buenos (el Barça). La antítesis, esa pizca de moralidad que queda en el mundo, los que salvan la decencia del fútbol. Es un equipo de ciudad grande pero no de capital. Compite en Europa, pero no parece que represente a todos los Españoles. Chavales jóvenes, de cantera, no hay grandes millones invertidos. Y además, juegan al fútbol de maravilla. Y yo me pregunto, ¿es esto justo?. Por qué yo, por el hecho de ser madridista, me tengo que sentir mal, como si fuéramos haciendo daño a todos lados; por qué tengo que pensar que lo que dice mi entrenador está mal, o es prepotente si pienso que es cierto. Claro que hay que tener respeto, pero este empieza por no utilizar dobles raseros. No quiero que se tapen las salidas de tono de los miembros del Madrid, pero tampoco quiero que se olvide nadie, que el Madrid no quiere herir, que el Madrid es grande por todo, incluido su señorío, nunca vi salir a ningún jugador ovacionado, ni mucho menos al equipo entero del Camp Nou, cosa que si he visto en el Bernabeu, como verdaderos héroes. Si el mejor fútbol del mundo, el inglés, lo hace, como no copiarlo. Se copia lo bueno no lo malo.
No hay magia, no hay truco, como siempre, está en cada uno verlo o no, solo pido que sepamos discernir entre lo visible y lo invisible. Entre aquello que existe y vemos y aquello que se queda dentro del baúl, pero que también existe.
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