lunes, 14 de diciembre de 2009

Capacidad de sacrificio

Vuelvo a la carga. Hoy quiero hablaros de la capacidad de sacrificio. Siempre he admirado a la gente constante y que sabe sacrificarse, quizás porque esa es mi gran defecto, ser demasiado vago. Lo del sacrificio quizás no tanto, porque hay cosas por las que sí me sacrifico, pero siempre muy seleccionadas. Por eso, como os digo, siento tanta admiración por las personas que son capaces de sentarse a una mesa y no levantarse hasta que no han conseguido su objetivo, por ejemplo.
En mi vida conozco muchas personas así, la primera y más cercana mi madre; la segunda, mi novia, Alba. No me puedo olvidar de mi padre, que es un gran trabajador y un gran sufridor, pero siempre está ahí, en la pelea, como le gusta a él decir. Tengo muchos otros ejemplos a mi alrededor, mi amigo Juan Carlos o mi amigo Ade. Por eso, teniendo a tanta gente así me frustro un poco al pensar que no soy capaz de llegar a ese punto, creo que poco a poco lo estoy consiguiendo, fijándome objetivos pequeños que puedo alcanzar para así acceder a los más grandes objetivos más tarde.
Reflexionando sobre esto, me preguntaba el otro día si esta capacidad es natural o adquirida. Pienso que es bastante "de serie", que viene con nosotros, por eso a los que no la tenemos nos cuesta tanto adquirirla (como la velocidad, en el entrenamiento físico). Por ejemplo, el sábado pité dos partidos, uno de categoría infantil y otro de alevín. Los mayores (infantiles) tienen entre 12 y 13 años, se están empezando a desarrollar como personas (eso que hablaba yo de empezar a elegir), y un denominador común que siempre encuentro, desde que yo tenía esa edad, es que por ejemplo los niños extranjeros o de padres extranjeros, suelen ser mucho más sacrificado en esto del deporte. No paran de correr, se sobreponen a la derrota, daba gusto ver como después de cada gol cogían el balón o corrían detrás de él con la misma ilusión. Son ambiciosos. En cambio, nosotros, los españoles, nos hemos instaurado en una cómoda Sociedad del bienestar en la que nos hemos acostumbrado a que nos lo den todo hecho. Quizás por aquí estemos perdiendo nuestros valores. Sí, en acostumbrar a un niño a que para tener una cosa solo tiene que pedirlo, que no hace falta un esfuerzo previo. Si algo recuerdo de cuando era pequeño es, que pese a ser hijo único, nunca tuve la sensación de tener todo lo que quise y si quería algo me constaba ganármelo. Me gustaba y me gusta esa sensación, eso que dice mi padre "que cuando luchas mucho por un objetivo, pones todo tu esfuerzo en él, la recompensa es el doble de buena que si te lo hubieran dado todo hecho".
Tras estas reflexiones hago un examen de conciencia y lanzo aquí mi primer propósito para el próximo año, ser más constante y más sacrificado. Puede ser un buen inicio para seguir creciendo.

1 comentario:

  1. ¿Que tú no tienes capacidad de sacrificio? Cambia de oculista hijo mio porque no hay mas ciego que uno que no quiere ver...
    Bien sabes tu todo lo que has sacrificado por sacar cosas adelante.
    "...y contigo hasta el cielo"

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