martes, 22 de mayo de 2012

Gobernar desde la incoherencia


La semana pasada el Gobierno de Mariano Rajoy aprobó los decretos de recortes en educación y sanidad haciéndose valer de la mayoría absoluta que tiene en el Congreso de los Diputados. Esta forma de gobernar mediante el decretazo no es nueva, ya la sufrimos los ciudadanos durante el mandato del Gobierno de Rodríguez Zapatero. Ambos lo han justificado en la urgencia de las reformas, para así evitar el debate parlamentario y la exposición que eso supone ante la opinión pública.
La imagen del hemiciclo casi vacío durante muchos momentos del debate hace que el ciudadano pierda la poca confianza que tiene puesta en que los políticos resuelvan esta crisis. Todas las encuestas, sin embargo, demuestran que los mismos ciudadanos entienden que hay que recortar, que es necesario un ahorro para poder salir adelante. La capacidad de sacrificio que está demostrando la amplia mayoría de la ciudadanía supera lo que cualquier político hubiera pensado. Y si bien las protestas se suceden, y son numerosas las huelgas convocadas por diversos colectivos, de educación y sanidad entre otros, muchos son los que se resignan a esperar que estos recortes refloten la maltrecha economía del país. El problema viene cuando la pregunta es,  de dónde ahorramos.
El ciudadano se esfuerza y sufre los rigores del reajuste presupuestario, pero a su vez asiste al espectáculo diario de la corrupción, a las indemnizaciones millonarias de gestores de bancos intervenidos y, al cómo no, salvemos nuestro régimen de privilegios que es la bandera de nuestros dirigentes. El conjunto de la ciudadanía asume que debemos remar todos juntos, lo que empieza a no entender es por qué solo son ellos los que deben sacrificarse y renunciar; y no se eliminan por ejemplo duplicidades innecesarias, se desengorda la administración, se reajustan los recursos, se limitan los privilegios de la banca y los políticos, o se persigue el fraude fiscal. De esta manera sería más asumible todo lo que se nos pide.
Los recortes son entendibles en esta situación de emergencia, incluso en materias tan básicas como educación y sanidad. Y se entienden pese a saber que provienen de una nefasta gestión. Lo que debe comprender la clase política es que tiene una gran responsabilidad, y son ellos los primeros que deben dar ejemplo, reduciendo privilegios o, por otro lado, demostrando que trabajan. No pueden repetirse las imágenes del Congreso de los Diputados semivacío. No puede existir la más mínima duda de gestión y se debe ser impasible con la corrupción.
La receta para salir de la crisis estará en la economía, pero también en la forma de actuar de nuestros mandatarios. La gobernanza debe ser desde la coherencia, siendo los primeros en asumir los daños colaterales de esta situación. Si los políticos son capaces de entender esto el camino que quedará por recorrer será menos duro. 

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