viernes, 15 de enero de 2010

El vínculo de lo indestructible

Hay veces que no sabes cómo pero de la manera más fortuita, donde menos te lo esperas, te encuentras con una persona y vas forjando un vínculo que poco a poco se vuelve indestructible. Suele pasar que empiezas a relacionarte y descubres que hay muchas cosas que te unen, gustos, aficiones, visión de la vida o incluso formas de actuar, mas esto, no tiene mucho mérito porque relacionarte con alguien que es muy parecido a ti es fácil. Entonces sucede que te encuentras descubriendo una nueva persona, una persona que no tiene nada que ver contigo y dentro de ti tienes una sensación desconocida, como si esa persona fuera un extraño y todo lo que te unía a él desaparece. Pero solo es un instante, el instante de la duda (tan presente en todo lo que hacemos), es la previa al nacimiento de una nueva sensación, más que eso, una certeza, que te hace participe de todas esas cosas diferentes; no es que solo se parezca en muchas cosas a ti, si no que hay muchas otras que siendo tan diferente hace que te complemente. Si tu eres precavido, el es emprendedor. Si tu eres serio, él sabrá sacarte la sonrisa. Y cuando tu flaquees él sabrá ayudarte a levantar.
Esto es la amistad, la de verdad, la que no esconde un interés, una mentira por detrás. La que da para no recibir y la que no pide, solo espera a que tu des, porque hay confianza. Entonces si esto es así, puede decirme alguien ¿qué vínculo es más fuerte que este?. Probablemente solo exista uno, el amor padres e hijos. Y este viene de serie, es como la perla a la que no hay que darle forma. En cambio la amistad tiene un aliciente más grande, pongamos (siguiendo con las comparaciones de piedras preciosas) que tenemos un diamante, si es bueno no lo podremos destruir (como la amistad de verdad de la que hablábamos), pero sí lo podremos pulir y dar forma, ¿no?.
Pues eso, si a ti no te ha tocado la lotería y tampoco eres rico, no tienes de que preocuparte. Levanta la cabeza, mira a tu alrededor y cuenta para ti la cantidad de diamantes que tienes.
Moraleja: No seas egoísta y se tu también, un diamante para los demás.

jueves, 14 de enero de 2010

8

Siempre me ha gustado este número, para empezar es par que siempre me transmite buenas sensaciones, si seguimos observándolo es de los números más redondos, seguramente el que más después del 0 lo que me lleva a pensar que, si tenemos en cuenta que el círculo (el 0) es la perfección geométrica, el 8 está muy cerca de la perfección, digamos que es un semi-Dios. Un solo número da mucho de sí, si te fijas bien y sigues observando, el 8 no es otra cosa, si lo giras, que el infinito, es decir que no tiene fin. Pero no creas que ya está todo dicho, si miras bien más allá de las matemáticas, más allá de la geometría, más allá de los números en definitiva, el 8 es también un lazo, que ata y que une, como la madeja del escudo de Sevilla (NO8DO).
Para muchos que estén leyendo esto, no entenderá porque hablo de un simple número, algo que visto así, solo, nos dice tan poco. Pues porque en el transfondo de las cosas está la esencia, porque lo que para ti es un simple número para mi trae casi una vida entera detrás. Este año cada vez que vea un 8 será especial, porque si lo giro veré el infinito y si lo observo detenidamente veré ese lazo que nos une y si lo veo así frío y desangelado, estará hablándome del tiempo a tu lado y la reacción en mi mente no la podré parar, con lo que acudirá a ella todos los buenos y malos momentos, los lloros pero también las risas, pero sobre todo aparecerás tu, mi Alba, mi luz que alumbra el camino. Mi esencia.
Porque este año, el 8 será mi frasquito en el que tendré concentrada mi fragancia. Será lo eterno conservado en lo mínimo.
Te quiero

¿Fin de ciclo?

¿Fin de ciclo?, no, no creo. Lo de ayer del Barça para empezar no fue una derrota, fue una victoria, quiero decir que ganó el partido (o-1). Cierto es que fue eliminado pero objetivamente, la eliminatoria fue un empate (2-2) y el Sevilla pasó por el valor doble de los goles, y eso que el Barcelona solo se prestó a jugar medio tiempo (en toda la eliminatoria), como sobrado, como el niño que espera hasta el último minuto para hacer sus deberes, porque sabe que le dará tiempo y el profesor no lo sabrá.
Pero a lo que íbamos, hoy en la Barcelona de las seis copas se han levantado con un poco de resaca, pero de la que te duele la cabeza, no de la dulce resaca de ¡vaya noche! (como estaban acostumbrados). Tienen flotando en el ambiente esa sensación de que ya no son invencibles, como el superhéroe que pierde los poderes. Se dieron cuenta de que eso de dejar los deberes para el final no siempre funciona, digamos que es el niño de antes cuando suspende. Y a su vez vieron como las ayudas arbitrales esta vez no pudieron tumbar al otro equipo. Todas estas sensaciones juntas en la mente del culé, solo se focalizan en un pensamiento "¿no volveremos a ganar?". Bueno, no creo yo que sea así, desde mi conocido madridismo transmito un mensaje (y que conste que me alegré y me quité un peso de encima, porque dos años seguidos ganándolo todo no lo hubiera soportado mi delicado estomago). Mi mensaje es el siguiente, los barcelonistas pueden estar preocupados por lo de ayer, pero a su vez, sería bueno que pensaran que no todo fue malo (sin dejarse llevar por la euforia que he visto en los periódicos), llegarán triunfos y deben confiar en su gente (esos jugadores que aman la camiseta, el espíritu y el corazón del club) y su entrenador, tienen crédito. Este Superman puede durar muchos años si logra evitar la criptonita de la crítica vanal y forofista.
Si os interesa mi visión desde Madrid, como madridista te lo resumiré en una palabra: ¡Podemos!