Hay veces que no sabes cómo pero de la manera más fortuita, donde menos te lo esperas, te encuentras con una persona y vas forjando un vínculo que poco a poco se vuelve indestructible. Suele pasar que empiezas a relacionarte y descubres que hay muchas cosas que te unen, gustos, aficiones, visión de la vida o incluso formas de actuar, mas esto, no tiene mucho mérito porque relacionarte con alguien que es muy parecido a ti es fácil. Entonces sucede que te encuentras descubriendo una nueva persona, una persona que no tiene nada que ver contigo y dentro de ti tienes una sensación desconocida, como si esa persona fuera un extraño y todo lo que te unía a él desaparece. Pero solo es un instante, el instante de la duda (tan presente en todo lo que hacemos), es la previa al nacimiento de una nueva sensación, más que eso, una certeza, que te hace participe de todas esas cosas diferentes; no es que solo se parezca en muchas cosas a ti, si no que hay muchas otras que siendo tan diferente hace que te complemente. Si tu eres precavido, el es emprendedor. Si tu eres serio, él sabrá sacarte la sonrisa. Y cuando tu flaquees él sabrá ayudarte a levantar.
Esto es la amistad, la de verdad, la que no esconde un interés, una mentira por detrás. La que da para no recibir y la que no pide, solo espera a que tu des, porque hay confianza. Entonces si esto es así, puede decirme alguien ¿qué vínculo es más fuerte que este?. Probablemente solo exista uno, el amor padres e hijos. Y este viene de serie, es como la perla a la que no hay que darle forma. En cambio la amistad tiene un aliciente más grande, pongamos (siguiendo con las comparaciones de piedras preciosas) que tenemos un diamante, si es bueno no lo podremos destruir (como la amistad de verdad de la que hablábamos), pero sí lo podremos pulir y dar forma, ¿no?.
Pues eso, si a ti no te ha tocado la lotería y tampoco eres rico, no tienes de que preocuparte. Levanta la cabeza, mira a tu alrededor y cuenta para ti la cantidad de diamantes que tienes.
Moraleja: No seas egoísta y se tu también, un diamante para los demás.